jueves, 30 de octubre de 2008

SUEÑO, LUEGO EXISTO


Este texto está dirigido a todos nosotros
que queremos que nos aporte, que podemos aportar.
Os animo a opinar

Rosa Mª Casadó Tarín "Rosi".


"Yo dejo mi palabra en el aire, sin llaves y sin velos.
Porque ella no es un arca de codicia, ni un hombre coqueto
que trata de parecer más hermoso de lo que es.
Yo dejo mi palabra en el aire, para que todos la vean,
la palpen, la estrujen o la expriman.
Nada hay en ella que no sea yo mismo"

Dulce María Loynaz. Poetisa cubana

domingo, 19 de octubre de 2008

UNA OPINIÓN COMPARTIDA.

EFECTO CATAPLASMA
Tomo prestado este balcón un rato para ejercer la voz de la elefanta vieja, que alerta de peligros, que anuncia donde hay agua, que muestra los caminos aprendidos a fuerza de los años y las hambres vividas. Esta vez, buscando un buen augurio, hablaré de deseos.
Dicen que los cuentos saben, y creo que sí.
Voy a pedirle a un cuento sus buenas enseñanzas, para probar a aplicarlas a nosotros, los maestros y las maestras de a pie, como una cataplasma calentita, a ver si tenemos suerte, y nos hace ese efecto curativo y esperanzador que tanto nos convendría. Se trata del cuento de “Estrellita de Oro”, en el que aparece una anciana, mágica y sabia, que premia a la protagonista del cuento por su bondad, regalándole tres “gracias”:
  1. “Que cuando te peines, caigan perlas.

  2. Que cuando te rías, caigan rosas.

  3. Y que cuando te metas la mano en el bolsillo, encuentres siempre dinero”.

Pues bien, jugando a fabular y a soñar nuestro oficio, quizás podríamos formular estos tres dones de otra manera:

  • Que podamos los maestros generar desde nosotros mismos “perlas” de pensamiento puro, genuino, sin copia, venido de nuestro interior, filtrado a través nuestro.

  • Que podamos obtener ”rosas”, es decir, alegrías al estar ejerciendo nuestro oficio teniendo las ganas puestas en él. O sea, que nuestra tarea pedagógica forme parte de nuestro deseo, que queramos ser maestros.

  • Que podamos disponer de “dineros”, es decir, que tengamos el bolsillo lleno de recursos pedagógicos, a base de nuestro esfuerzo en formarnos, en trabajar con otros, en estar pendientes de aprovisionarnos siempre.

Creo que éste sería un perfil de maestro al que aspirar y por el que luchar: Un maestro pensante: reflexivo, autónomo, original, genuino, capaz de asumir su saber y su no-saber. Un maestro amante: implicado, afectuoso, sensible, escuchador, enamorado de su trabajo. Un maestro potente: curioso, abierto al saber, con recursos, con formación, en búsqueda siempre, en compañía de los demás.

En resumen, un maestro vivo, acompañante del niño en su viaje hacia el saber, hacia los otros, hacia la vida.


Mari Carmen Díez Navarro.


Me sumo a esta opinión de Mari Carmen Díez Navarro que he sacado de su página.

Para quien quiera conocer más sobre esta maestra que este año a obtenido el "Premio Aula al Mejor Libro de Educación y de Divulgación Educativa" os recomiendo su página, además de la lectura del libro: "Mi escuela sabe a naranja"

http://www.carmendiez.com/

viernes, 17 de octubre de 2008

DEONTOLOGIA-REFLEXION-RED

Cuando mi muy estimado amigo Jesús Company, me informó de la génesis y nacimiento de una nueva red de escuelas, me dio una gran alegría, al tiempo sentía pena que no sea motivo de noticia en los medios de comunicación su creación.

ES UNA NOTICIA EXCELENTE- PORQUE HAY EXCELENCIA EN LOS PROMOTORES

Me pidió una aportación y con humildad, abierto a la crítica, aporto en forma de pequeño artículo, unas reflexiones sobre estos procesos.

DEONTOLOGIA PROFESIONAL / REFLEXIÓN COLECTIVA / REDES COLABORATIVAS
La educación como servicio público necesita un proyecto de vida colectivo, compartido, laico, respetuoso con los diferentes credos, culturas y tradiciones pero justo en la distribución de oportunidades y recursos. Debatir y clarificar qué idea de escuela tenemos- queremos, es debatir de ciudadanía, de justicia, de la igualdad como principio cívico, de la asunción de la diversidad y la diferencia como hecho incontestable, de equidad, de convivencia, de cohesión social
En nuestra práctica docente la dimensión ética parece un tanto olvidada y ello puede ser un obstáculo para la práctica de un servicio público educativo de calidad, por lo que sería bueno dotarse de principios deontológicos o criterios éticos que orienten la actuación docente. Para que haya mejora, es preciso modificar simultáneamente el pensamiento, la cultura, el discurso, las actitudes y la práctica profesional.
La profesión educativa es compleja, poliédrica, difícilmente delimitable y casi de imposible regulación total por normativas, dado que lo ético y lo jurídico, no son plenamente coincidentes. Por su propia naturaleza, el trabajo docente tiene un gran componente de autorregulación ética porque la mayor parte del tiempo de su actividad, el docente está sólo con sus alumnos. De ahí deriva la necesaria confianza y reconocimiento social de la profesión porque se les confían funciones de extraordinario valor para la colectividad y se espera de ellos que, en el desempeño de su profesión prime la orientación a la excelencia profesional.
Es evidente que en todas las organizaciones existen personas que identifican las metas del servicio con excelencia profesional, pero junto a estas, también existen quienes pueden estar en puesto de trabajo equivocado o inadecuado, o a quienes les molestan las iniciativas que exigen mayor dedicación al trabajo y que nunca están dispuestas a dar de sí todo lo que podrían. En el servicio educativo, afortunadamente, el porcentaje mayor es el de la primera categoría, no obstante los pocos otros se notan mucho o más.
"... A los docentes les concierne también este imperativo de actualizar los conocimientos y las competencias. Organizar su vida profesional de tal forma que estén en condiciones, e incluso que tengan la obligación de perfeccionar su arte y de aprovechar las experiencias realizadas en las distintas esferas de la vida económica, social y cultural. Jacques Delors.
Si aceptamos de partida esas afirmaciones deberemos reconocer, desde el plano deontológico, que nos cumple respecto de nuestra profesión en el ámbito de la formación continua una serie de obligaciones tales como
La dedicación al trabajo docente con conciencia del servicio que se presta a la sociedad.
Promover el desarrollo profesional con actividades de formación permanente y de innovación e investigación educativa, teniendo en cuenta que esta cuestión constituye un deber y un derecho del educador. No sólo en su actividad individual sino también en su proyección hacia los demás formando claustro o equipo.
Contribuir a la dignificación social de la profesión docente y asumir de forma correcta las responsabilidades y competencias propias de la profesión.
Defender y hacer respetar los derechos inherentes a la profesión educativa
Mantener una actitud crítica y reflexiva permanente hacia la propia actuación profesional, para garantizar un constante perfeccionamiento en todas sus actividades profesionales.
Y ello se produce cuando la planificación y puesta en práctica de las actividades de formación continua, permanente y colaborativa de los proyectos de centro e intercentros es una acción compartida por todos.
El funcionamiento de los centros requiere de la concertación de voluntades y del trabajo conjunto y articulado de todos cuantos integran la comunidad educativa. La materialización de todo proyecto innovador, depende, en gran medida, de la implicación y compromiso del profesorado, no sólo como profesional individual sino como miembro de una corporación - institución educativa. El individualismo de los profesores, producto de una deficiente socialización profesional genera un peculiar funcionamiento de los centros y tal vez sea el mayor problema para abordar el necesario desarrollo institucional.
La innovación, el progreso educativo se produce cuando planificadamente, previo diagnóstico democrático, fijación conjunta de objetivos, y mediante procedimientos consensuados, se modifica la concepción de la educación, la praxis educacional, la forma de enseñar a los alumnos, las relaciones interprofesionales de los profesores, la organización, el funcionamiento del centro etc. Pero sobre todo se produce cuando se genera la actitud de apertura a procesos nuevos y se normaliza, se asume e institucionaliza como propia la cultura del desarrollo organizacional por responsabilidad social corporativa y de servicio a la ciudadanía.
A los profesionales de la educación nos toca definir como podemos; o mejor, como queremos participar; en el proceso de innovación educativa. Podría servirnos a título orientativo, siguiendo a L. Appley, alguna de estas opciones:
¿Como esos que hacen que las cosas sucedan?.
¿Como a esos a los que les suceden las cosas?
¿Como esos que contemplan como las cosas suceden?
¿Como esos que ni se dan cuenta de que las cosas suceden?
Todos podemos adoptar una posición de espectadores, ver como deviene el futuro, como suceden las cosas, ser un barco a la deriva, o por el contrario, querer participar en la construcción de futuro o ser parte de la tripulación que quiere llevar el barco a buen puerto.
La calidad de la educación pasa, ineludiblemente, por el papel y la contribución de un agente educativo básico, el profesor, en una escuela como organización que enseña y aprende a través de la dinámica de innovación educativa.
Ahora bien la innovación no se inocula, ni se prescribe, ni puede llevarse a cabo por mandato imperativo; la innovación requiere de unas determinadas condiciones
La necesidad de una cultura escolar donde, los profesores tienen expectativas comunes, sentido de pertenencia a la comunidad y al centro, donde se cultiva el trabajo colectivo, de equipo y colaborativo.
Ha de estar centrada sobre problemas y necesidades sentidas en las escuelas por los profesores, por los alumnos; es decir, enraizada en los centros escolares y conectada con líneas y proyectos de innovación del entorno educativo y responder a las demandas de la sociedad.
Debe permitir a los profesores adquirir competencia, conocimientos y habilidades pedagógicas a partir de diferentes fuentes; una, muy importante, su propia experiencia sometida a contraste, análisis, reflexión, experimentación y evaluación.
Debe contar con un potente y activo liderazgo de los equipos directivos
A partir de la práctica de mejora educativa, de innovación en el seno de los centros, en numerosos centros surge la necesidad de disponer de mecanismos que faciliten intercambios de información de prácticas eficientes, o de intercambio para dar respuesta a nuevas necesidades o problemas parecidos. A partir de esa situación se trata de establecer las conexiones que permitan crear una red de intercambio de información, de materiales, de recursos didácticos y educativos que no desaproveche ninguna de las experiencias de éxito demostradas ni repitan prácticas docentes fracasadas.
Se trata de no inventar cada día la pólvora o la rueda y por ello, nos organizamos en una red que aprovecha todas las sinergias del sistema, alternativa al aislamiento al que lleva la fragmentación de las estructuras educativas, una nueva forma de aprender entre iguales.
La autonomía pedagógica no puede entenderse sin interdependencia, trabajar en redes educativas, hoy, es una exigencia, supone tener una visión global del hecho educativo e implicación en la educación, como proyecto colectivo de ciudadanía; supone que cada maestro asume su responsabilidad individual y colectiva, con el servicio público de educación.
La red educativa supone valor añadido al conjunto de escuelas de la misma localidad o zona, comarca, además sirven para generar opinión positiva sobre el rol profesional y reconocimiento social de la función docente.
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El que quiere hacer una cosa, encuentra la manera.
Quien no quiere hacer nada, encuentra la excusa.
Proverbio Árabe
Si nunca pensamos en el futuro,
jamás lo tendremos.
Jhon Galsworthy


Manuel Avila Cañadas. Inspector de Educación

miércoles, 1 de octubre de 2008